jueves, 26 de noviembre de 2009

Entrevista a Isabel Rodrigez

Isabel Rodrigez, Estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra.





Entrevista a Fernando Lopez Pan

Fernando Lopez Pan, Profesor de Comunicación e Información Escrita de la Universidad de Navarra. Sus líneas de investigación son la teoría de los géneros periodísticos, la Redacción Periodística como disciplina universitaria. La configuración del objeto, del método y los ámbitos. Estudio histórico y propuesta, y ,por último, Narración periodística y Periodismo literario.



¿Por qué ser profesor?, ¿Qué le ha llevado a terminar en la docencia?

Es algo que fui descubriendo a medida que avanzaba en la carrera. Desde segundo curso algunos profesores me pidieron que colaborara con ellos en su departamento, ayudándoles, corrigiendo pruebas... Me encontraba a gusto, contento en este ámbito. Más que faceta de profesor yo siempre he tenido faceta de estudiante, siempre me ha encantado estudiar. La práctica del periodismo también me gusta, pero en la docencia me encuentro muy a gusto. Terminé mis estudios. Estuve un año en el extranjero aprendiendo inglés y me puse a trabajar en el ámbito de la docencia. Al principio estuve una temporada de prueba. Cada vez me fui encontrando más cómodo y vi que reunía las condiciones.

¿Qué es lo mejor y lo peor de ser profesor?

Una de las mejores cosas, por un lado, es que siempre te encuentras en contacto con gente joven. Por otro lado, me siento útil en mi profesión ayudando a otras personas con lo que más me gusta, el periodismo.

Lo peor, sobre todo en una asignatura como la mía, Comunicación e Información Escrita, es que tengo que insistir una y otra vez en las mismas cosas.


¿Cuál es el verdadero trabajo de un profesor?

El trabajo del profesor se puede dividir en tres grandes bloques. Un tercio del tiempo lo dedico a la docencia, dar clases y atender a alumnos. Otro tercio lo dedico a la investigación y por último queda un tiempo que lo destino a gestión y a otros asuntos relacionados con la facultad, delegado de curso, delegado de licenciatura, impartir másteres...

¿Participas en las actividades extra docentes que tiene la universidad?

Siempre que puedo me gusta pasarme por los actos y eventos que organiza la universidad y sobre todo los que organiza la Facultad de Comunicación. Debo reconocer que no soy un asiduo y que hay actos a los que no acudo como por ejemplo el concurso de Villancicos o los Premios Quino. Me gusta participar en día del patrón de la facultad de comunicación, por ejemplo, sobre todo por el visionado de los cortometrajes de los alumnos de último curso de Comunicación Audiovisual.

Rincones de Pamplona.








Pamplona es una ciudad con un encanto especial. En sus calles se siente la emoción del seis de julio en cualquier estación del año. El cielo está teñido de blanco y rojo 365 días al año y el olor del vallado se te queda impregnado en la piel en cada esquina. Es Pamplona, la de los toros, la de la lluvia, Pamplona la de las Villavesas en vez de autobuses urbanos y la de los garrotes en lugar de napolitanas.



La ciudad tiene muchos años de historia encerrados entre sus murallas, escondidos entre las piedras de la ciudadela. Pero al mismo tiempo es una ciudad moderna y que avanza. Actualmente es una de las candidatas a la Capital Europea de la Cultura 2012. No sabemos aún si ganará pero lo que si sabemos que entre los adoquines de la Estafeta, entre la hierba del parque Yamaguchi, y entre las murallas de la ciudadela se esconde mucha cultura que se hace patente en todos los actos y eventos que se organizan durante todo el año en la capital Navarra.



En sus rincones se puede sentir la explosión de fiesta del seis de julio, se puede oir en hablar de sus gentes, oler el humedo frío del invierno, ver el ir y venir de los pamplonicas y saborear los típicos pintxos del casco antiguo... Pamplona es un mundo por recorrer...



Cuento de Navidad de Auggie Wren

Le oí este cuento a Auggie Wren.
Dado que Auggie no queda demasiado bien en él, por lo menos no todo lo bien que a él le habría gustado, me pidió que no utilizara su verdadero nombre.
Aparte de eso, toda la historia de la cartera perdida, la anciana ciega y la comida de Navidad es exactamente como él me la contó.

Auggie y yo nos conocemos desde hace casi once años.
Él trabaja detrás del mostrador de un estanco en la calle Court, en el centro de Brooklyn, y como es el único estanco que tiene los puritos holandeses que a mí me gusta fumar, entro allí bastante a menudo.
Durante mucho tiempo apenas pensé en Auggie Wren.
Era el extraño hombrecito que llevaba una sudadera azul con capucha y me vendía puros y revistas, el personaje pícaro y chistoso que siempre tenía algo gracioso que decir acerca del tiempo, de los Mets o de los políticos de Washington, y nada más.

Pero luego, un día, hace varios años, él estaba leyendo una revista en la tienda cuando casualmente tropezó con la reseña de un libro mío.
Supo que era yo porque la reseña iba acompañada de una fotografía, y a partir de entonces las cosas cambiaron entre nosotros.
Yo ya no era simplemente un cliente más para Auggie, me había convertido en una persona distinguida.
A la mayoría de la gente le importan un comino los libros y los escritores, pero resultó que Auggie se consideraba un artista.
Ahora que había descubierto el secreto de quién era yo, me adoptó como a un aliado, un confidente, un camarada.
A decir verdad, a mí me resultaba bastante embarazoso.
Luego, casi inevitablemente, llegó el momento en que me preguntó si estaría yo dispuesto a ver sus fotografías.
Dado su entusiasmo y buena voluntad, no parecía que hubiera manera de rechazarle.

Dios sabe qué esperaba yo.
Como mínimo, no era lo que Auggie me enseñó al día siguiente.
En una pequeña trastienda sin ventanas abrió una caja de cartón y sacó doce álbumes de fotos negros e idénticos.
Dijo que aquélla era la obra de su vida, y no tardaba más de cinco minutos al día en hacerla.
Todas las mañanas durante los últimos doce años se había detenido en la esquina de la Avenida Atlantic y la calle Clinton exactamente a las siete y había hecho una sola fotografía en color de exactamente la misma vista.
El proyecto ascendía ya a más de cuatro mil fotografías.
Cada álbum representaba un año diferente y todas las fotografías estaban dispuestas en secuencia, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, con las fechas cuidadosamente anotadas debajo de cada una.









(...) Eso fue hace más de dos mil fotografías.
Desde ese día Auggie y yo hemos comentado su obra muchas veces, pero hasta la semana pasada no me enteré de cómo había adquirido su cámara y empezado a hacer fotos.
Ése era el tema de la historia que me contó, y todavía estoy esforzándome por entenderla.

A principios de esa misma semana me había llamado un hombre del New York Times y me había preguntado si querría escribir un cuento que aparecería en el periódico el día de Navidad.
Mi primer impulso fue decir que no, pero el hombre era muy persuasivo y amable, y al final de la conversación le dije que lo intentaría.
En cuanto colgué el teléfono, sin embargo, caí en un profundo pánico.
¿Qué sabía yo sobre la Navidad?, me pregunté.
¿Qué sabía yo de escribir cuentos por encargo?(...)

(...)
No conseguía nada.
El jueves salí a dar un largo paseo, confiando en que el aire me despejaría la cabeza.
Justo después del mediodía entré en el estanco para reponer mis existencias, y allí estaba Auggie, de pie detrás del mostrador, como siempre.
Me preguntó cómo estaba.
Sin proponérmelo realmente, me encontré descargando mis preocupaciones sobre él.

- ¿Un cuento de Navidad? - dijo él cuando yo hube terminado.
¿Sólo es eso?
Si me invitas a comer, amigo mío, te contaré el mejor cuento de Navidad que hayas oído nunca.
Y te garantizo que hasta la última palabra es verdad. (...)

(...) Fue en el verano del setenta y dos - dijo.
Una mañana entró un chico y empezó a robar cosas de la tienda.
Tendría unos diecinueve o veinte años, y creo que no he visto en mi vida un ratero de tiendas más patético.
Estaba de pie al lado del expositor de periódicos de la pared del fondo, metiéndose libros en los bolsillos del impermeable.
Había mucha gente junto al mostrador en aquel momento, así que al principio no le vi.
Pero cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, empecé a gritar.
Echó a correr como una liebre, y cuando yo conseguí salir de detrás del mostrador, él ya iba como una exhalación por la avenida Atlantic.
Le perseguí más o menos media manzana, y luego renuncié.
Se le había caído algo, y como yo no tenía ganas de seguir corriendo me agaché para ver lo que era. (...)

(...) La dirección estaba en Boerum Hill, en las casas subvencionadas.
Aquel día helaba, y recuerdo que me perdí varias veces tratando de encontrar el edificio.
Allí todo parece igual, y recorres una y otra vez la misma calle pensando que estás en otro sitio.
Finalmente encuentro el apartamento que busco y llamo al timbre.
No pasa nada.
Deduzco que no hay nadie, pero lo intento otra vez para asegurarme.
Espero un poco más y, justo cuando estoy a punto de marcharme, oigo que alguien viene hacia la puerta arrastrando los pies.
Una voz de vieja pregunta quién es, y yo contesto que estoy buscando a Robert Goodwin.

- ¿Eres tú, Robert? - dice la vieja, y luego descorre unos quince cerrojos y abre la puerta.

Debe tener por lo menos ochenta años, quizá noventa, y lo primero que noto es que es ciega.

- Sabía que vendrías, Robert - dice -.
Sabía que no te olvidarías de tu abuela Ethel en Navidad.

Y luego abre los brazos como si estuviera a punto de abrazarme.

Yo no tenía mucho tiempo para pensar, ¿comprendes?
Tenía que decir algo deprisa y corriendo, y antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, oí que las palabras salían de mi boca.

- Está bien, abuela Ethel - dije-.
He vuelto para verte el día de Navidad.


No llegué a decirle que era su nieto.
No exactamente, por lo menos, pero eso era lo que parecía.
Sin embargo, no estaba intentando engañarla.
Era como un juego que los dos habíamos decidido jugar, sin tener que discutir las reglas.
Quiero decir que aquella mujer sabía que yo no era su nieto Robert.
Estaba vieja y chocha, pero no tanto como para no notar la diferencia entre un extraño y su propio nieto.
Pero la hacía feliz fingir, y puesto que yo no tenía nada mejor que hacer, me alegré de seguirle la corriente.


No debí ausentarme más de unos minutos, pero en ese tiempo la abuela Ethel se había quedado dormida en su butaca.
Demasiado Chianti, supongo.
Entré en la cocina para fregar los platos y ella siguió durmiendo a pesar del ruido, roncando como un bebé.
No parecía lógico molestarla, así que decidí marcharme.
Ni siquiera podía escribirle una nota de despedida, puesto que era ciega y todo eso, así que simplemente me fui.
Dejé la cartera de su nieto en la mesa, cogí la cámara otra vez y salí del apartamento.
Y ése es el final de la historia.

- ¿Volviste alguna vez? - le pregunté.

- Una sola - contestó.
Unos tres o cuatro meses después.
Me sentía tan mal por haber robado la cámara que ni siquiera la había usado aún.
Finalmente tomé la decisión de devolverla, pero la abuela Ethel ya no estaba allí.
No sé qué le había pasado, pero en el apartamento vivía otra persona y no sabía decirme dónde estaba ella.

- Probablemente había muerto.

- Sí, probablemente.

- Lo cual quiere decir que pasó su última Navidad contigo.
(...)

martes, 17 de noviembre de 2009

Bodega Otazu


La historia de los Señoríos de Otazu y Eriete se remonta a la Edad Media. Desde entonces, la evolución de sus fincas, gentes y riqueza arquitectónica ha venido ligada a una esmerada dedicación al cultivo de la vid y a la elaboración de singulares vinos.
Preserva la herencia de un Señorío del Siglo XVII, manteniendo su estructura semejante a la de los chàteaux bordeleses, fue una de las condiciones básicas para acometer la creación de nuevos espacios de vinificación que permitieran elaborar vinos de exquisita calidad, desde el respeto a la tradición histórica del entorno.

Compuesta por nueve bóvedas subterráneas de hormigón, la impresionante sala de barricas (todas ellas de roble francés Allier) es, sin duda, una de las obras más emblemáticas en el mundo del vino y es reconocida universalmente en el ámbito de la arquitectura y el diseño.

Otazu ofrece una gran variedad de vinos. Los más destacados son: sotavento, dimensión, berquera, altar, chardonnay y chardonnay fermentado en barrica.















sábado, 14 de noviembre de 2009

PACO ELVIRA, fotoperiodista





PACO ELVIRA


Nace en Barcelona y estudia en la Facultad de Ciencias Económicas desde donde fotografía la lucha universitaria en los últimos años del franquismo.




Después de la muerte de Franco, realiza una serie de reportajes de tipo social sobre la transición entre los que destacan: ETA, mineros, el paro, jornaleros andaluces, huelgas, reconversiones, etc., para revistas como Mundo, Primera Plana, Interviú y la agencia Cover.


La publicación Photography Year Book ha publicado en dos ocasiones sus fotos entre las mejores del año. En 1987 obtiene una beca de la Universidad Menéndez Pelayo para fotografiar el marisqueo en Galicia y para su posterior publicación en un libro titulado “Galicia a pie de foto”. Una de dichas fotos obtiene uno de los premios Fotopress. En 2004 su reportaje “Misión en Kabul”, publicado en Magazine de la Vanguardia, gana el premio Civismo al mejor reportaje otorgado por el Departament de Benestar i Familia de la Generalitat de Catalunya. También ha ganada el premio Pica d’Estats.





Ha fotografiado como enviado especial, para publicar en los medios más importantes del país: China, Japón, Filipinas, Israel, Cuba, Argentina, México, Brasil, Zanzíbar, Camerún, Nicaragua, Argelia, Afganistán (Kabul), conflictos en Croacia y en la frontera de Kosovo durante la guerra de los Balcanes. Destacan sus cinco viajes para cubrir los problemas de Irlanda del Norte.



Ha realizado las siguientes exposiciones individuales: China en la galería Spectrum, Barcelona 1980. “Paco Elvira, la vitrina del fotograf” en Junio, Julio y Agosto del 2001 en el Palau Robert de Barcelona. “Las mil cares de la Mercé” en el Palau de la Virreina en Septiembre del 2003. “En el umbral del cambio” en octubre de 2003 en Explorafoto, Salamanca; en el Instituto Cervantes de Estambul en Marzo de 2004 y en el centro cultural Ernest Lluch de San Sebastián en enero de 2005. “Nicaragua, café solidario” en Manual Color, Barcelona. “La collita del 2000”, en septiembre de 2007 en Cal Porrerà, Porrera.





Numerosas colectivas, destacando “10 Anys de Fotoperiodisme, Octubre 89 en la Casa Elizalde”. Barcelona. “Historia del Fotoperiodisme a Catalunya” Marzo 1990 en el Palau de la Virreina. “Barcelona 90” en el Edifici de les Aigües, Barcelona. Noviembre 1990”, “El Compromís fotográfic” en la Primavera Fotogràfica del 98 en IDEP, Barcelona. “Introducció a la Història de la Fotografia a Catalunya” MNAC 2000 . “25 años después. Memoria gráfica de una transición”, Fundación Telefónica Madrid Noviembre del 2000. “Els desastres de la guerra” Col.legi de Periodistes de Barcelona. Maig 2003 y en la VI Bienal de Fotografia de Olot. Agosto 2004. “Temps de Fotògrafs, 1975-1985. Castellbisbal Junio 2003. “Mirades fragmentades. 10 anys, 14 fotògrafs” Marzo de 2004 en la Universidad Ramon Llull. “Barcelona sensacions” Marzo 2007 en el edificio del Forum. “Latidos de un Mundo Convulso”, septiembre de 2007 en Barcelona, y después en Torrent (Valencia) y Zaragoza. “1977. Ja som aquí! Memoria de EFE.” Palau Robert. Barcelona 2007. “En Transició”. CCCB Barcelona 2007. Historia del Fotoperiodisme a Catalunya 1975-2000. Palau de la Virreina, Barcelona 2007. “Nicaragua: café solidario” en Revela Oleiros 2008.
Tiene obra en el IVAM y en el MNAC.

Ha publicado para la editorial Lunwerg libros de fotografía como “La Rambla”, “Barcelona, ciudad de sensaciones” con el periodista y escritor Marius Carol, “Barcelona, plein air” con el escritor Viçens Villatoro, “Terrassa, llibre d´hores” con el escritor Joan Barril, “Rubí, en molts sentits” con Joan Manuel Tresserras, “De cara al mar” , “Duero, historia viva” , “Zaragoza” y “Latidos de un Mundo Convulso” con 9 fotógrafos más. Para la Diputació de Barcelona “Vint Anys d’Ajuntaments Democrátics” conjuntamente con la fotógrafo Colita. Para “El Cep i la Nansa Edicions”:”Ciutat Vella, ciutat construida, conjuntamente con la fotógrafa Eva Guillamet y para Main S.A. los libros “La Diagonal” y “La Illa” conjuntamente con el fotógrafo Pepe Encinas.

Colabora regularmente con los suplementos dominicales de la Vanguardia y de El Periódico, y con las agencias Cover y A.G.E.Fotostock. Es profesor de fotoperiodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Bellaterra, de “Géneros y edición fotográfica” en la Facultad de Periodismo de la universidad Pompeu Fabra y de fotografía de reportaje en escuela IDEP. Ha sido editor gráfico del diario Record y de los 6 números publicados de la revista Públic.



Me ha parecido un fotógrafo muy interesante y por eso lo he escogido para ampliar información sobre su figuro. Lo que más me ha llamado la atención son sus viejas. Ha estado en muchísimos lugares del mundo fotografiando la realidad que existe en distintas partes del globo terráqueo.
Ha fotografiado como enviado especial, para publicar en los medios más importantes del país: China, Japón, Filipinas, Israel, Cuba, Argentina, México, Brasil, Zanzíbar, Camerún, Nicaragua, Argelia, Afganistán (Kabul), conflictos en Croacia y en la frontera de Kosovo durante la guerra de los Balcanes. Destacan sus cinco viajes para cubrir los problemas de Irlanda del Norte.

También me ha llamado la atención la forma que tiene de empezar en fotografía. Plasma la realidad de lo que esta pasando a su alrededor para luego abrirse a más sitios y hacer lo mismo.

Por otra parte en sus fotografías vemos la calidad y su estilo propio y este trabajo también ha sido reconocido con premios como el premio “Fotopress”, o en 2004 su reportaje “Misión en Kabul”, publicado en Magazín de la Vanguardia, gana el premio Civismo al mejor reportaje otorgado por el Departament de Benestar i Familia de la Generalitat de Catalunya. También ha ganada el premio Pica d’Estats.





domingo, 8 de noviembre de 2009

Reglas de la composición

¿Cómo sacar la foto perfecta? Esta es una pregunta dificil de contestar... Pero hay una serie de reglas que nos ayudarán a que nuestra foto se envidiada por muchos. Estas reglas son un patrón para mejorar nuestras fotos aunque no hay que seguirlas fielmente. Puede haber variaciones, utilizar unas y otras, dos a la vez o las que haga falta. Esto depende de la persona que saca la foto y de lo que quiera plasmar en ella. Voy a mostrar unos ejemplos de cada una de las reglas. Son seis:

1 Sencillez


2. líneas


3. Relación figura fondo.


4. Tercios.




5. Encuadre.


6. Equilibrio.